El crecimiento del sistema eléctrico chileno en los últimos 15 años, sumado a la diversificación de su parque generador, ha abierto un nuevo foco de atención en cuanto a una de las variables de desarrollo del sistema eléctrico: los niveles de cortocircuito en el sistema de transmisión.
Sobre este punto se discutió en la Jornada Técnica “Aumento de Niveles de Cortocircuito en Subestaciones Críticas del Sistema Eléctrico Nacional”, organizada por el Comité Chileno de CIGRE el 28 de agosto de 2017, oportunidad en que diversos actores presentaron distintas visiones y experiencias. Así, algunas destacables conclusiones comunes, por ejemplo, la importancia metodológica al diferenciar cuál es el objetivo final del cálculo. Se quiere especificar interruptores de poder, dimensionar mallas de puesta a tierra o definir ajustes de protecciones. “Estos puntos originan la discusión y necesidad de considerar el nivel de cortocircuito como una variable desde la planificación del sistema eléctrico hasta la fase de condición operacional de la instalación”, comentó Erick Zbinden, Jefe del Departamento Integridad del Sistema del Coordinador Eléctrico Nacional.
Lo anterior no es casual. Como comentaron los exponentes internacionales, basados en su experiencia para administrar los altos niveles de cortocircuitos en Argentina, “siempre será más sencillo intervenir una malla de puesta a tierra durante su proceso de construcción y no cuando ya está operando, lo que incluso en algunas ocasiones se vuelve imposible de realizar dada la criticidad de la subestación eléctrica”. Al respecto, la reflexión inmediata apunta hacia cómo debemos considerar las holguras mínimas necesarias y cuáles son los supuestos de cálculo más adecuados.
En la actualidad, la tecnología nos entrega oportunidades para administrar y mitigar los niveles de cortocircuito, en consecuencia, las diversas alternativas deberán ser estudiadas en el corto plazo, como es la utilización de Limitadores de Cortocircuito. Otras medidas de mediano plazo como la reconfiguración topológica del sistema también son objeto de análisis y evaluación. No obstante, se destacó como relevante homologar la definición de una metodología nacional que clarifique cómo se debe considerar los supuestos técnicos a la hora de determinar los niveles de cortocircuitos en el sistema. En la misma jornada, se dejó abierta la puerta para la conformación de un Grupo de Trabajo CIGRE que pueda aportar en esa dirección.
Finalmente, según Zbinden, es importante tener presente que se está diseñando infraestructura eléctrica con estándares de seguridad y calidad que deben ser capaces de mantenerse en el tiempo, al menos dentro de un período razonable de la vida útil de las subestaciones. Prueba de ello es que en los últimos 15 años, muchas subestaciones del sistema eléctrico nacional han experimentado aumentos en sus niveles de cortocircuito entre un 100% y 300%, reforzando la idea que las metodologías de cálculo de cortocircuitos deben recoger tanto la visión de desarrollo de largo plazo, como los requerimientos operacionales al momento de la conexión de un proyecto. Se espera que los puntos de convergencia discutidos en esta jornada sean el puntapié inicial de un proceso de definiciones que lleve al sector a tener un desarrollo y expansión del sistema eléctrico tan flexible, como seguro y resiliente.